Ariadna Silva navega entre la fotografía y el cine documental de una manera totalmente artística y filosófica. Nació en 1996 en A Estrada, Pontevedra, y se siente muy atada a sus raíces familiares y geográficas.
Los que crecimos en Galicia vemos año tras año como nuestros bosques autóctonos son arrasados. Muchas veces es por tala, pero la mayor parte de las veces es por quema. La gente se pregunta por qué tanto pirómano desalmado… y no se trata de eso. La respuesta es el capitalismo. El dinero. Para los que queman quizá un fajo en mano, para los empresarios de la maquinaria que usan los bomberos unos meses de vacas gordas… para los madereros, que todos apuestan por el eucalipto, una inversión de futuro.
El abuelo de Ariadna Silva era maderero.
El eucalipto es un árbol depredador de los demás. Consume mucha agua y se la quita al resto. No es autóctono de Galicia, sin embargo, se está imponiendo sobre todos los demás. Hay 187 millones de eucaliptos en Galicia.
La exposición “Cartografía do esquecemento” de Ariadna Silva en la veterana galería ourensana Marisa Marimón, se inauguró el pasado 25 de noviembre. Allí asistimos, afamados de cultura, los amantes del arte de la ciudad. No es fácil encontrar buenas opciones culturales en este momento en Ourense ciudad y, menos mal, Marisa sigue trayéndonos artistas emergentes cada pocos meses.
La muestra es una línea de obras que muestran la frondosidad del bosque autóctono y la destrucción del mismo. Con una técnica de revelado minuciosa y atípica, Ariadna Silva hace que nuestro ojo dude y sienta la necesidad de acercarse y moverse hacia los lados, para descubrir y redescubrir cada detalle. Son fotografías que se asemejan a técnicas pictóricas… pero portadoras de la más absoluta realidad.
A medida que el vergel va menguando, van creciendo las imágenes de troncos talados o paisajes quemados. El público asistente, visiblemente conmovido, preguntamos datos específicos sobre las zonas o el número de hectáreas y la artista apunta, tímidamente, que eso en realidad ya poco importa. Ya es tarde para dar marcha atrás.
La línea temporal de la exposición también es una línea generacional.
El apunte anterior a que su abuelo pertenecía a la industria maderera no es un dato al azar en el universo de esta exposición. Ariadna es consciente desde su niñez del desgaste del bosque autóctono gallego en detrimento de las extensas plantaciones de eucalipto. Aludiendo a su infancia rodeada de verde autóctono, nos recuerda que el tiempo pasa, las generaciones pasan, y que lo que su retina retiene quizá se pierda en dos generaciones más. Su abuelo, sus padres, ella, y los que vendrán, son un todo con el entorno gallego. Nosotros mismos estamos haciéndonos esto. Nosotros mismos lo obviamos y, por supuesto, lo olvidaremos.
En alusión a esta línea en el tiempo, al cambio generacional y a la responsabilidad adquirida por estos hechos, Ariadna Silva creó una serie de retratos fotográficos familiares. Son, quizá, las piezas más personales y fantasiosas de la exposición. Un guiño a su linaje, que abraza con aceptación y cariño. Son retratos retocados con hojas y otros elementos del bosque de Galicia.
“Cartografía do esquecemento” se desvía del concepto de arte contestatario para sumirnos en un remanso lleno de reflexiones, dudas y conclusiones. Se trata de ir más allá a una elegante crítica al capitalismo. Es más una apreciación a un mundo al que pertenecemos y al que contribuimos. Un mundo del que formamos parte y que, aunque inconscientemente, vamos mutando. Generación tras generación, las retinas se adaptan a los nuevos paisajes, al igual que a las nuevas costumbres. ¿Nos olvidaremos de los pinos y los castaños? ¿Cuántas generaciones hasta que pase?
Las valiosísimas fotografías que esta artista de 25 años son un membrete. Un pin en la solapa de nuestro territorio. Aquí estamos, no nos pierdas.
La inauguración empezó temprano, ya que fue un 25 de noviembre, y muchas nos fuimos a la manifestación en conmemoración del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Gracias Ariadna Silva y Marisa Marimón por esta experiencia.